• Saber Estar, mi primer año en la selva amazónica (PDF)
Saber Estar, mi primer año en la selva amazónica (PDF)
  • Formato digital
  • Colección: LIBROS DIGITALES
  • Materia: Misiones
  • ISBN: 978-84-85064-40-3
  • Formato: PDF
  • Protección DRM: Ninguno (Sin protección DRM)
  • Tamaño: 5,44 MB

Saber Estar, mi primer año en la selva amazónica (PDF)

10,32 €

Hace ya bastantes años, cuando vivía mi mejor amigo, Angel González, me pidió que escribiera un viaje por el río Napo, en Ecuador, tal como me lo esbozó él: una mezcla de historia, de recuerdos, de sueños y de anécdotas. Hicimos ese viaje, lo escribí y se lo envié para que me diera su opinión, y así poder cambiar o completar lo que fuera necesario.

Pasó un corto tiempo y nunca tuve su respuesta; porque perdí a mi amigo definitivamente.

En años posteriores, mi otro buen amigo, Miguel Angel Cabodevilla, al tomar las riendas de CICAME (Centro de Investigaciones Culturales de la Amazonía Ecuatoriana) se ha propuesto dejar constancia de los muchos trabajos que han realizado los misioneros a lo largo del tiempo, divulgando todo aquello que es útil para la historia y para la justicia.

Por esta razón, CICAME ha publicado recientemente aquel Viaje al río Napo1 que yo escribí para mi amigo a ritmo de motor y remo, añadiéndole algunas notas necesarias del cajón de mi escritorio.

Además de vivir en la selva, luego me tocó rodar por Hong Kong, en China, y por Manila, en Filipinas.

Curiosamente, el año pasado, en una carpeta de tantas, descubrí un diario fresco, algo ingenuo, que habla del primer año que viví en Lunchi Isla (Río Napo), entre septiembre de 1965 y octubre de 1966.

La verdad es que me pareció que ese diario estaba bien y era interesante.

Ahora he de reconocer que me he quedado entre los pocos que somos testigos de aquella historia.

También me he dado cuenta de que en mi libro Viaje al río Napo ofrecí observaciones, ideas y anécdotas, que ya había escrito en este diario muchos años atrás, cuando aún no lo había descubierto entre mis papeles, ni pensado que podía ser útil su publicación.

Ahora he encontrado en estas páginas juveniles, escenas que rememoré más tarde en mi último libro; pero el resto del diario lo he dejado tal como lo escribí aquellos días: con las ideas en proceso de maduración e intensidad.

Pido disculpas por ello a quienes hayan leído Viaje al río Napo.

Saber estar tiene un discurso más perceptivo, tal como yo vivía, en una curiosa aceptación de soledad.

Luego, ya se sabe que todas las experiencias humanas se resumen en aquella frase: genio y figura hasta la sepultura.

El hombre vuelve a la ingenuidad y al estereotipo de su propia cultura ancestral, a pesar del cinismo inútil en el que tratamos de protegernos todos.

Porque, aunque nuestros frutos sean de distinto sabor, siempre seguimos siendo un mismo árbol.

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